[Esta columna fue publicada originalmente por nuestro Director Ejecutivo Felipe Salce en El Diario de Atacama el lunes 7 de octubre de 2024]
La desigualdad en Chile sigue siendo uno de los mayores retos que enfrenta el país. Un análisis reciente de Oxfam destaca que, en Chile, el 1% más rico ha logrado quedarse con casi una cuarta parte de la nueva riqueza generada en las últimas décadas, mientras que la mitad más pobre de la población ha recibido una porción mínima, un escaso 1,7%. Esta concentración de riqueza en manos de unos pocos no es casual, sino el resultado de decisiones políticas y un sistema fiscal que, en lugar de mitigar las desigualdades, las amplifica.
Por ejemplo, en Chile, los sectores más vulnerables aportan casi 45 centavos en impuestos por cada dólar que ganan, mientras que los más acaudalados apenas contribuyen con 20 centavos. Este desequilibrio fiscal no solo perpetúa la desigualdad, sino que también deja al gobierno sin los recursos necesarios para abordar problemas críticos como la pobreza, la crisis climática y la mejora de los servicios públicos. En teoría, el sistema tributario debería servir para redistribuir la riqueza y financiar bienes y servicios esenciales, pero en la práctica está profundizando las disparidades.
Ante esta situación, varias organizaciones de la sociedad civil de la región y del mundo han comenzado a exigir cambios urgentes en el sistema fiscal. Recientemente, en Fundación Centro Contribuye participamos de la campaña #Datecuenta liderada por Oxfam, donde participaron más de 30 organizaciones de la sociedad civil de América Latina.
En Chile, al igual que en el resto de países de la región, es indispensable que quienes concentran la mayor parte de los recursos económicos contribuyan de manera proporcional a su capacidad. Solo a través de una reforma tributaria más justa se podrá reducir la brecha económica y garantizar un acceso más equitativo a servicios básicos como la salud, la educación y el bienestar social.
En esta materia, recientemente Brasil ha dado un paso importante al liderar en el G20 una iniciativa para gravar a nivel global a los ultrarricos. Este avance demuestra que es posible implementar políticas globales que promuevan mayor equidad, y que los cambios necesarios no son una ilusión. Sin embargo, Chile también deberá adoptar y aplicar este tipo de reformas a nivel local si realmente aspira a construir una sociedad más justa.
Felipe Salce
Director Ejecutivo
Centro Contribuye